El jean nunca desapareció. Está en nuestros armarios desde hace más de un siglo, pero cada tanto regresa con un nuevo lenguaje, como si se reinventara a la par de quienes lo visten. Este año no se presenta como una prenda básica, sino como un manifiesto: recto, limpio y libre de los artificios del fast fashion. Su regreso habla de un deseo colectivo por recuperar la esencia de lo simple, lo auténtico, lo que sobrevive al paso de las temporadas.

Más que una pieza de vestir, el jean es un símbolo en constante transformación. Atraviesa generaciones y contextos: fue uniforme de trabajo, emblema de rebeldía, aliado de la contracultura y, al mismo tiempo, protagonista de pasarelas de alta moda. Su capacidad de adaptarse a cada época, sin perder identidad, lo convierte en una de las prendas más universales y poderosas de la historia de la moda.